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25 Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirara; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos. 26 Jesús lo envió a su casa, diciendo:

—No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.

La confesión de Pedro(A)

27 Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles:

—¿Quién dicen los hombres que soy yo?

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